Los museos disputan a los historiadores del arte el monopolio de la escritura histórica que es también la del “derecho” de conformar y organizar el canon artístico. De hecho, “Cada museo escribe su historia del arte” (Isabel Lafont, El País 10/01/2010)
Un factor juega a favor de los grandes museos: la industrialización de la cultura y particularmente la inclusión de ésta en la trama económica del turismo les da una particular influencia en miles de espectadores no especializados (tan solo en Cataluña el Museu Picasso de Barcelona se lleva la mitad de visitas anuales a museos catalanes tan sólo seguido por el Museu d'Història de Catalunya, que recibe visitas organizadas de escolares todos los días).
En los años ochenta, al calor del boom de los discursos posmodernos, las “Estrategias de representación” (Estrella de Diego, El País, 10/01/2010) de los museos cambiaron sensiblemente: “qué relatos debían contar los grandes museos. Más aún, ¿estaban obsoletas las historias canónicas que narraban? [...] Las viejas ordenaciones empezaban a ser cuestionadas [...] el museo dejaba de ser el lugar que produce los significados para constituirse en el lugar donde los significados se producen”.
Sin embargo, la elaboración de la narrativa histórica siempre juega a favor de los intereses del individuo, grupo o clase que la propone: “Buena parte de los museos que han optado por las narrativas más transgresoras son dueños de un conjunto de obras con pequeños -o grandes- huecos, dejando la duda abierta de si hubieran optado por esa misma estrategia en caso de ser propietarios de una colección tan contundente como la del MOMA…”.
En música ¿el monopolio del relato histórico pertenece exclusivamente a los historiadores?, ¿periodistas, programadores de radio y TV, el cine u otros medios proponen relatos alternativos? ¿Es el discurso de las “historias” de “las músicas” un sitio que invita a producir significaciones o el lugar desde se nos imponen los significados canónicos? ¿Qué relatos, cánones y jerarquizaciones proponen las historias del Rock, del Pop, de las músicas de la segunda mitad del siglo XX, las historias de la música tecno (interesantísimas) y las aun escasas historias del arte musical (o para-musical) de la posthistoria: instalaciones sonoras, arte radiofónico, arte sonoro, etc. (véase el libro La mosca tras la oreja. De la música experimental al arte sonoro de Montserrat Palacios y Llorenç Barber)? ¿Cómo influye el lugar de residencia, la posición social y aspiraciones de clase de quien elabora el relato histórico?
Rubén López Cano
1 comentario:
Interesantisimo, pero tambien un debate dificil de resolver; quiero decir, quien habla siempre lo hace (por mas que lo intente) desde una posicion y desde un lugar determinado. Mi discurso puede pretender alcanzar la objetividad, pero inevitablemente siempre será mi discurso. Siempre condicionado. Lo interesante es analizar y valorar como una parte mas del hecho musical ese posicionamiento del que cualquier historiador, critico, degustador... no puede escapar.
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